Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

II Crónicas 20, 14-24

14 Vino el espíritu de Yahveh sobre Yajaziel, hijo de Zacarías, hijo de
Benaías, hijo de Yeiel, hijo de Mattanías, levita, de los hijos de Asaf, que
estaba en medio de la asamblea,

15 y dijo: «¡Atended vosotros, Judá entero y habitantes de Jerusalén, y
tú, oh rey Josafat! Así os dice Yahveh: No temáis ni os asustéis
ante esa
gran muchedumbre; porque esta guerra no es vuestra, sino de Dios.

16 Bajad contra ellos mañana; mirad, ellos van a subir por la cuesta de
Sis. Los encontraréis en el valle de Sof, junto al desierto de Yeruel.

17 No tendréis que pelear en esta ocasión. Apostaos y quedaos
quietos, y veréis la salvación de Yahveh que vendrá sobre vosotros, oh Judá
y Jerusalén. ¡No temáis ni os asustéis! Salid mañana al encuentro de ellos,
pues Yahveh estará con vosotros.»

18 Josafat se inclinó rostro en tierra; y todo Judá y los habitantes de
Jerusalén se postraron ante Yahveh para adorar a Yahveh.

19 Y los levitas, de los hijos de los quehatitas y de la estirpe de los
coreítas, se levantaron para alabar con gran clamor a Yahveh, el
Dios de
Israel.

20 Al día siguiente se levantaron temprano y salieron al desierto de
Técoa. Mientras iban saliendo, Josafat, puesto en pie, dijo: «¡Oídme, Judá y
habitantes de Jerusalén! Tened confianza en Yahveh vuestro Dios y estaréis
seguros; tened confianza en sus profetas y triunfaréis.»


21 Después, habiendo deliberado con el pueblo, señaló cantores que,
vestidos de ornamentos sagrados y marchando al frente de los
guerreros,
cantasen en honor de Yahveh: «¡Alabad a Yahveh porque es eterno su
amor!»

22 Y en el momento en que comenzaron las aclamaciones y las
alabanzas, Yahveh puso emboscadas contra los ammonitas y moabitas y
los del monte Seír, que habían venido contra Judá, y fueron derrotados.

23 Porque se levantaron los ammonitas y moabitas contra los
moradores del monte Seír, para entregarlos al anatema y aniquilarlos,
y
cuando hubieron acabado con los moradores de Seír se
aplicaron a
destruirse mutuamente.

24 Judá había venido a la atalaya del desierto y se volvieron hacia la
multitud, pero no había más que cadáveres tendidos por tierra; pues
ninguno pudo escapar.